sábado, octubre 30
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martes, octubre 26
When they poured across the border I was cautioned to surrender, this I could not do; I took my gun and vanished. I have changed my name so often, I've lost my wife and children but I have many friends, and some of them are with me. An old woman gave us shelter, kept us hidden in the garret, then the soldiers came; she died without a whisper. There were three of us this morning I'm the only one this evening but I must go on; the frontiers are my prison. Oh, the wind, the wind is blowing, through the graves the wind is blowing, freedom soon will come; then we'll come from the shadows. Les Allemands e'taient chez moi, ils me dirent, "Signe toi," mais je n'ai pas peur; j'ai repris mon arme. J'ai change' cent fois de nom, j 'ai perdu femme et enfants mais j'ai tant d'amis; j'ai la France entie`re. Un vieil homme dans un grenier pour la nuit nous a cache', les Allemands l'ont pris; il est mort sans surprise. Oh, the wind, the wind is blowing, through the graves the wind is blowing, freedom soon will come; then we'll come from the shadows.
Leonard Cohen
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sábado, octubre 23
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martes, octubre 19
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domingo, octubre 17
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sábado, octubre 16
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viernes, octubre 15
Enrique Vila-Matas, Bartleby y compañía.
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martes, octubre 12
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lunes, octubre 11
En esa estantería se superponen unos sobre otros, se ocultan en filas, los pequeños se amontonan en el hueco que dejan los grandes, conviven diccionarios con novelas, poemarios con tiras de humor y con ensayos. La táctica es clara; los libros se ven abocados a la destrucción de todo rastro de solemnidad. Esto introduce el azar como método de lectura. La combinación aleatoria de los títulos posibilita las gratas sorpresas y lógicamente, también las decepciones. Es un riesgo delicado. Ayer noche, por ejemplo, me planté ante la estantería y alargé el brazo detrás de la primera fila de volúmenes. Tomé uno por casualidad y resultó ser un viejo tomo de Cortázar, con un ticket de compra en el interior que databa veinte de octubre de dos mil dos. Empecé a pensar qué me llevaría a comprar ese libro en aquel preciso día. Fue un lindo ejercicio de memoria. Aquella jornada la tomé libre de ocupaciones, rehuí planes y pesquisas, me excusé de mis compromisos y me fui a pasear. Fue agradable. No obstante no leí lo suficiente este volúmen de Júlio. Salvo el crepúsculo. Ayer noche lo abrí sin un procedimiento claro y di con un lindo poema escrito a mano, un exorcismo de Cortázar, una invocación de mujeres para asistir a un baile de máscaras, una belle èpoque que él había recreado en la habitación con los últimos vahos del humo y del olor a coñac. Me apetece transcribir algo:
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Aquí Alejandra(...)
Vení, quedate,tomá este trago, llueve,te mojarás en la rue Dauphine,no hay nadie en los cafés repletos,no te miento, no hay nadie.Ya sé, es difícil,es tan difícil encontrarseeste vaso es difícil,este fósforo,(...)quisieras insultarme sin que dueladecir cómo estás vivo, cómose puede estar cuando no hay nadamás que la niebla de los cigarrillos,cómo vivís, de qué maneraabrís los okos cada díaNo puede ser, decís, no puede ser.Bicho, de acuerdo,vaya si sé pero es así, Alejandra,acurrucate aquí, bebé conmigo,mirá, las he llamado,vendrán seguro las intercesoras,(...)burbujas deslizándose desnudasfrotándose a la luz, Remedios Varo(...)
Me encantó tanta dama, tanta pintura y tanta música, y encontré agradable -incluso pareció anhelante camaradería- la coincidencia de estar leyendo el poema con un cigarrillo de haschisch colgando de los labios y un disco de Thleonius Monk de fondo, la noche más honda aún que todo. Son las gratas sopresas, las invitaciones, la compañía una noche de insomnio. Recuérdese a Remedios. Desde luego.
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sábado, octubre 9
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jueves, octubre 7
Ilustración de una torcedura
Breve cuenta de mi infortunio
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Mezclemos el instinto de autocompasión con la lucidez más brillante y dejemos esa furia frente a la puerta. Piquemos. En la dispersión de la estancia libraremos, asimismo, los prejuicios, la exaltación del amor y las vastas corrosiones de este liberalismo fundamentalista que nos ha tocado vivir.
La contrariedad de las pasiones y de los deseos hará forzosamente reacción y comenzará a fundirse, resbalando por los canales del agua sucia hasta una habitación hermética ocultada en la planta inferior y construida únicamente para abastecer y aislar la frustración y las amarguras. Si una fuerte revelación sacude la casa, es muy probable que se descubra alguno de los tres minúsculos accesos de la pieza.
Consideremos que en uno de los golpes, una desagradable variante perfora alguno de esos accesos: un tibio hálito de desesperación abandonará la estancia e irá impregnando todas las paredes de la casa. Encendamos ahora el altavoz y dejemos sonar la música. Permitamos la entrada de algún perro viejo. Sí, Baudelaire está en el jardín, jugando con la maleza. Al mismo tiempo, la lucidez comenzará a arder ante el ascenso de la presión.
Accionaremos las palancas que liberan expectativas y certidumbres con el fin de combatir el fuego. Atendamos también a la tensión que hace temblar los pilares. Las fugas son reales. El gas fluirá del subterráneo y carcomerá los contrafuertes. En este punto, los temblores son cada vez más agresivos. Es evidente, pues, el dinamismo de la tristeza y del desaliento.
Abramos la ventana y activemos la alarma. Una mirada sosegadora disuade a los funestos elementos que invaden la morada. La lucidez ha quedado calcinada. Los desperfectos son cuantiosos. No todo está controlado. Hay que organizar una expedición para eliminar los restos. Bajemos al subterráneo. Una frase llena de gravedad, aunque anhelante de comprensión, sale despedida desde el pasillo y golpea fuertemente contra la puerta de la estancia. El humo nos ciega y nos asfixia. El contacto con el aire hace explotar la desesperanza y un violentó ciclón de ira acaba abriendo un agujero en el jardín.
Al final de la batalla, tenemos un monstruo que no se detendrá hasta topar con algo, con cualquier cosa. Un monstruo ciego e iracundo al que sólo bastará un golpe para lograr su solemnidad.
Pues bien, ese monstruo topó conmigo. Ahora guardo el reposo de los héroes, el retiro de los vencidos y la baja laboral.