sábado, octubre 30

 

Esto es un lémur. Quedan unos pocos solamente en la isla de Madagascar. Se comunican con un sonido de trompetas desordenadas y tienen los ojos grandes y locos. En cautividad duran poco. Pero no se meten con nadie.

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Él se acercó al espejo. Algo falta, advirtió. Siguió buscando. Algo falta, se repitió, algo falta, algo imperceptible. Y siguió buscando. Tocó el espejo con los dedos. Se palpó la boca. Mordió sus manos. Algo falta, se dijo. Pero no sabía nada más. Decidió bajar a la calle y pasear un poco. Observó su figura reflejada en los escaparates. Algo falta, pero qué. Llegó caminando hasta la Ciudadela. Siguió meditando sin resultados. ¿Qué faltaría? Se llevó un cigarrillo a los labios. Dispuso una mano alrededor para hacer de paravientos y con la otra tomó un encendedor. Cuando tuvo la llama ante sus ojos, sintió pánico. Aulló. Dejó caer el cigarrillo. Retrocedió pálido sobre sus pasos. Lentamente. Horrorizado. Le costaba respirar. Pero gritó. Cada vez más fuerte. Y corrió aterrado. La gente se apartaba. Él chillaba, lloraba violentamente, se golpeaba la cabeza. Falta la luz, gritaba. Ya no hay luz. Se la ha comido el espejo. Me he quedado solo.

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martes, octubre 26

 

THE PARTISAN

When they poured across the border I was cautioned to surrender, this I could not do; I took my gun and vanished.
I have changed my name so often, I've lost my wife and children but I have many friends, and some of them are with me.
An old woman gave us shelter, kept us hidden in the garret, then the soldiers came; she died without a whisper.
There were three of us this morning I'm the only one this evening but I must go on; the frontiers are my prison.
Oh, the wind, the wind is blowing, through the graves the wind is blowing, freedom soon will come; then we'll come from the shadows.
Les Allemands e'taient chez moi, ils me dirent, "Signe toi," mais je n'ai pas peur; j'ai repris mon arme. J'ai change' cent fois de nom, j 'ai perdu femme et enfants mais j'ai tant d'amis; j'ai la France entie`re. Un vieil homme dans un grenier pour la nuit nous a cache', les Allemands l'ont pris; il est mort sans surprise.
Oh, the wind, the wind is blowing, through the graves the wind is blowing, freedom soon will come; then we'll come from the shadows.

Leonard Cohen

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sábado, octubre 23

 

Me levanto de la cama. Sólo una parte de mí sale a caminar por las calles, habla con la gente, va al supermercado a comprar zumo y se hace fotos para el pasaporte. La otra sigue tumbada en la cama cuando vuelvo a casa a dormir.


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martes, octubre 19

 

Esta tarde escupí dadás por la mesa del trabajo -estaba todo tan borroso-, y los puse luego a bailar sobre sus puntos y aparte;

La pregunta ha sido planteada, la gente es la proclamación nuevamente por aquellos que la cultivan con sus propias manos. Somos desarrollo y educación. Posibilidad de individualidades, destruir de una vez por todas el programa. Los Métodos de la negación impresos en su frente. Tales son los cuentos absurdos llamados a ese producto desesperado; he ahí lo que explica y que legitima, en cierto fin, una categoría imponente. Según la opinión de todas, las ha sorprendido el secreto, y, vista así, el hombre es la mentira, la iniquidad, como en la práctica. A qué dicen entonces tanto del mundo físico. Esas tentativas las han reconocido. Sabiduría utilitaria y práctica. Las que se impongan a los demás son mentirosas, una mentira, de la humanidad menos en la forma, a guisa de Césares. Es el envilecimiento y la propaganda cristiana. La esclavitud de las naciones que en general y de los hombres y hoy, ha pronunciado su veredicto.

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domingo, octubre 17

 

The Chameleons, Script Of The Bridge. Creo que voy a salir al balcón para gritar y deshacerme de algo. Si no lo hago me liaré un cigarrillo y seguiré engordando mi aburrimiento. La realidad es empalagosa. Comienzo a sentir una cómoda indiferencia frente a muchas cosas. I must have died a thousand times.


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sábado, octubre 16

 

Hoy he mirado la tele. No ha estado mal. Tampoco he cambiado de canal en esos cincuenta minutos, no seamos entusiastas. Me he enterado de que Laurent Garnier y Jeff Mills hacen una gira. Esto no me ha parecido relevante porque mucha gente hace una gira. Luego han puesto una entrevista y el inglés (el francés no sé por qué no salía), ha declarado que los d.j. -escribo la abreviatura porque la palabra me suena ridícula- están confinados en un estilo preciso, luego será liberador pinchar de todo en esa gira. Todos deberían hacerlo, dice después. Eso hay que verlo, digo yo. Lo siguiente ha sido el concierto de un solsonés llamado Ramon Mas. Buenos textos, buena música, el tipo combinando poesía e interpretación. Sonaba bien. Y yo qué pensaba que la música en catalán se había quedado con los grupos para gruppies como los Gossos. Eso me ponía triste.

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viernes, octubre 15

 

Nunca tuve suerte con las mujeres, soporto con resignación una penosa joroba, todos mis familiares más cercanos han muerto, soy un pobre solitario que trabaja en una oficina pavorosa. Por lo demás, soy feliz.
Enrique Vila-Matas, Bartleby y compañía.

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martes, octubre 12

 

Día tedio. Tengo abierta la ventana y veo el cielo, está blanco; linda pintura. El viento es fresco, huele a agua y es agradable. Pienso en Céfiro montándoselo con dos cortesanas entre las nubes, acto seguido pienso en un campo de tomates dorándose sobre las brasas de una barbacoa. Necesito salir de aquí. Quisiera tumbarme en la hierba, mascar alguna rama de eucalipto, beber vino, comer carne, quedarme dormido. Sin embargo, no puedo ir a ninguna parte con este pie vendado. No puedo caminar. No puedo tomar un coche y perderme en la montaña. Y que se dejen todos de estupideces, la imaginación no me sirve, me deja ansioso, es la fruta en las narices sin poder hincarle el diente. La imaginación acaba mutilándole a uno. Ya tendré tiempo de imaginar la vida, de recordarla, en la vejez, peut-être, en los momentos en que esté soñador y prefiera inventar las cosas. Por ahora, quiero palpar el mundo, me gusta hacerlo, no quiero sucedáneos. Tomo naranjas en la terraza, Django Reinhardt y haschisch, tortel de nata, Yves Montand y crema colgate, Van Morrison, café, semillas. Escribo para acercar lo de afuera. Es un acto de propiedad. Cada mañana una lucha para ganar terreno, para quedarme cansado y vencer este insomnio.

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lunes, octubre 11

 

Tengo una estantería llena de libros. Algunos no los he abierto siquiera y el polvo comienza a desteñir el lomo. De otros he llegado a olvidar su existencia. Recuerdo haber encontrado muchos de ellos por casualidad en una feria o en una de las pequeñas librerías del barrio judío, en las calles estrechas, las húmedas y sucias que hay al torcer la esquina del bar de los sofás donde tomamos zumos extraños y charlamos con las extranjeritas. Otros salieron del Mercat o de los puestos del Odeon.
En esa estantería se superponen unos sobre otros, se ocultan en filas, los pequeños se amontonan en el hueco que dejan los grandes, conviven diccionarios con novelas, poemarios con tiras de humor y con ensayos. La táctica es clara; los libros se ven abocados a la destrucción de todo rastro de solemnidad. Esto introduce el azar como método de lectura. La combinación aleatoria de los títulos posibilita las gratas sorpresas y lógicamente, también las decepciones. Es un riesgo delicado. Ayer noche, por ejemplo, me planté ante la estantería y alargé el brazo detrás de la primera fila de volúmenes. Tomé uno por casualidad y resultó ser un viejo tomo de Cortázar, con un ticket de compra en el interior que databa veinte de octubre de dos mil dos. Empecé a pensar qué me llevaría a comprar ese libro en aquel preciso día. Fue un lindo ejercicio de memoria. Aquella jornada la tomé libre de ocupaciones, rehuí planes y pesquisas, me excusé de mis compromisos y me fui a pasear. Fue agradable. No obstante no leí lo suficiente este volúmen de Júlio. Salvo el crepúsculo. Ayer noche lo abrí sin un procedimiento claro y di con un lindo poema escrito a mano, un exorcismo de Cortázar, una invocación de mujeres para asistir a un baile de máscaras, una belle èpoque que él había recreado en la habitación con los últimos vahos del humo y del olor a coñac. Me apetece transcribir algo:
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Aquí Alejandra

(...)

Vení, quedate,
tomá este trago, llueve,
te mojarás en la rue Dauphine,
no hay nadie en los cafés repletos,
no te miento, no hay nadie.
Ya sé, es difícil,
es tan difícil encontrarse
este vaso es difícil,
este fósforo,
(...)
quisieras insultarme sin que duela
decir cómo estás vivo, cómo
se puede estar cuando no hay nada
más que la niebla de los cigarrillos,
cómo vivís, de qué manera
abrís los okos cada día
No puede ser, decís, no puede ser.
Bicho, de acuerdo,
vaya si sé pero es así, Alejandra,
acurrucate aquí, bebé conmigo,
mirá, las he llamado,
vendrán seguro las intercesoras,
(...)
burbujas deslizándose desnudas
frotándose a la luz, Remedios Varo
(...)
El poema sigue. Circula íntegro por la red, me di cuenta. Por si les dio hambre:
Me encantó tanta dama, tanta pintura y tanta música, y encontré agradable -incluso pareció anhelante camaradería- la coincidencia de estar leyendo el poema con un cigarrillo de haschisch colgando de los labios y un disco de Thleonius Monk de fondo, la noche más honda aún que todo. Son las gratas sopresas, las invitaciones, la compañía una noche de insomnio. Recuérdese a Remedios. Desde luego.

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sábado, octubre 9

 

Cuestiones y Trabalenguas .
A veces puede torcerse un diálogo hasta el infinito.
Este llegó a retorcerse hasta ser un trabalenguas.
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Una encuesta sobre cuánto cuesta el costo, rveela que las castas se lo costean, por costumbre, en las cuestas de las costas al costero más casto. Por si lo cuestionan; éste es castaño, compra Custo, tiene un castor castrado y custodia un castillo con un costurero lleno de costras llamado Castri, que llegó a cantar con Fidel Castro en Cartagena de Cuba.

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jueves, octubre 7

 

Ilustración de una torcedura

Breve cuenta de mi infortunio

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Mezclemos el instinto de autocompasión con la lucidez más brillante y dejemos esa furia frente a la puerta. Piquemos. En la dispersión de la estancia libraremos, asimismo, los prejuicios, la exaltación del amor y las vastas corrosiones de este liberalismo fundamentalista que nos ha tocado vivir.

La contrariedad de las pasiones y de los deseos hará forzosamente reacción y comenzará a fundirse, resbalando por los canales del agua sucia hasta una habitación hermética ocultada en la planta inferior y construida únicamente para abastecer y aislar la frustración y las amarguras. Si una fuerte revelación sacude la casa, es muy probable que se descubra alguno de los tres minúsculos accesos de la pieza.

Consideremos que en uno de los golpes, una desagradable variante perfora alguno de esos accesos: un tibio hálito de desesperación abandonará la estancia e irá impregnando todas las paredes de la casa. Encendamos ahora el altavoz y dejemos sonar la música. Permitamos la entrada de algún perro viejo. Sí, Baudelaire está en el jardín, jugando con la maleza. Al mismo tiempo, la lucidez comenzará a arder ante el ascenso de la presión.

Accionaremos las palancas que liberan expectativas y certidumbres con el fin de combatir el fuego. Atendamos también a la tensión que hace temblar los pilares. Las fugas son reales. El gas fluirá del subterráneo y carcomerá los contrafuertes. En este punto, los temblores son cada vez más agresivos. Es evidente, pues, el dinamismo de la tristeza y del desaliento.

Abramos la ventana y activemos la alarma. Una mirada sosegadora disuade a los funestos elementos que invaden la morada. La lucidez ha quedado calcinada. Los desperfectos son cuantiosos. No todo está controlado. Hay que organizar una expedición para eliminar los restos. Bajemos al subterráneo. Una frase llena de gravedad, aunque anhelante de comprensión, sale despedida desde el pasillo y golpea fuertemente contra la puerta de la estancia. El humo nos ciega y nos asfixia. El contacto con el aire hace explotar la desesperanza y un violentó ciclón de ira acaba abriendo un agujero en el jardín.

Al final de la batalla, tenemos un monstruo que no se detendrá hasta topar con algo, con cualquier cosa. Un monstruo ciego e iracundo al que sólo bastará un golpe para lograr su solemnidad.

Pues bien, ese monstruo topó conmigo. Ahora guardo el reposo de los héroes, el retiro de los vencidos y la baja laboral.


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